martes, 14 de abril de 2009

Niños!

De la dulce inocencia de sus ojos nace la llama de una vida que nunca podrá ser vista más allá de su pequeño horizonte, horizonte que como aquella pesada piedra será mas inerte que viva.

Tristeza me da, tan solo tristeza, que pudiendo vivir disfrutando de los pequeños placeres de esta vida tengan que estar sufriendo de los grandes problemas de la misma.

Glorioso mundo que tras nosotros pusiste una pesada carga con tus banalidades y tus monedas de cambio. Tras el oro de color billete que tanto odio, entes desalmadas a placeres banales se hunden todos mientras quienes sufren el dolor del éxodo de la llama de la vida mueren lentamente tras la tristeza de sus alegrías.

Y pensar que el indulto de aquellos que hacen sufrir a los hombres solo podrá llegar con el fin de sus días.

Buscaré encontrar arrancarles de las manos todas sus vidas y así poder devolverlas a sus dueños quienes de verdad las tienen merecidas.

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